A diferencia de la Academia Francesa (del idioma, creada por el cardenal Richelieu), la Academia real de la pintura y la escultura no se negó a admitir mujeres en sus filas, si bien ninguna de ellas fue admitida en la categoría de profesor adjunto o superior, ni tampoco se les permitió ejercer como pintoras de historia, aunque muchas, como Elisabeth Sophie Cheron o Elisabeth Vigée-Lebrun, habrían podido ser designadas.
Las mujeres no podían continuar la educación artística de la Academia ya que era necesario seguir las clases de dibujo con modelo, cuyo acceso estaba prohibido a las mujeres, ya que posaban hombres desnudos, y por las mismas razones morales, no había modelos femeninos, aunque en 1759 se comienzan a admitir modelos femeninos, el estudio anatómico de las mismas se reducía a las facciones. En talleres privados, desde el siglo XVI posaban ya algunas mujeres.
Le Brun se permitió dar acceso a la primera académica, Catherine Duchemin, esposa del escultor Girardon en la sesión de 14 de abril 1663, en base a un trabajo de acceso, un cuadro representando «una cesta de flores sobre pedestal».
El 7 de diciembre de 1669, Genevieve Boullogne y Madeleine Boullogne, su hermana mayor, fueron aceptadas como pintoras de flores, con la presentación de su padre, Louis Boullogne, uno de los fundadores de la Academia. Su pieza de acceso, pintada en colaboración entre ambas hermanas presentaban un montón de dibujos a partir de modelo y algunos de arquitectura.
Obras de Madeleine Boulogne
Elisabeth Sophie Cheron, hija del pintor de miniaturas, Henri Cheron, que tenia vetada la Academia al ser protestante, fue recibida como un pintora de retratos el 11 de junio de 1672 a los 24 años, con dos retratos , una de una dama y un autorretrato. La fortuna y fama de Elizabeth-Sophie Chéron superó con creces a la de su padre. Fue recibida en base a su mérito artístico, con un fuerte apoyo católico, ya que había abjurado de la religión protestante diez años antes.
Obras de Elisabeth Sophie Cheron
La Academia admitió el 24 de julio de 1676 a la miniaturista Anne-Renée Strésor con un «cuadro en miniatura representando a Jesucristo presentándose a San Pablo en el viaje que estaba haciendo a Damasco».
El 23 de noviembre de 1680, Dorothée Massé, viuda de Godequin, hija de Jean Massé de Blois, tallador de madera, es presentada por Lebrun y Testelin.
El 31 de enero de 1682, Catherine Perrot, pintora de flores y pájaros en miniatura, autora de un pequeño tratado sobre este arte. Su pieza de acceso fue una pequeña pintura que representa una maceta de flores, sobre un cristal.
En 1710, la Academia emitió una resolución, sin que tuviera notable efecto, para dejar de admitir mujeres.
La Academia admitió el 26 de octubre de 1720 a la pintora de pastel veneciana Rosalba Carriera. Fue un reconocimiento honorífico sin consecuencias ya que la artista residió únicamente un año en París, y volvió a Venecia a hacer retratos en pastel de personajes nobles y ricos.
La holandesa Margareta Haverman, esposa de Jacques de Mondoteguy y estudiante de Huysum nacida en Breda, entró el 31 de enero de 1722 como pintora de flores, con recomendaciones, siendo eliminada de la lista el año siguiente, después de haber eludido la presentación de una obra de acceso a la Academia.
El 30 de julio de 1757 Marie-Thérèse Reboul con su obra Dos palomas en una rama de un árbol. Más tarde se casará con Vien, que había accedido a la Academia tres años antes que ella.
La prusiana Anna Dorothea Therbusch, fue recibida el 28 de febrero de 1767, en la presentación de su Bebedor.
En 1770, Anne Vallayer-Coster fue recibida como un pintora de género, presentando Los atributos de pintura, escultura y arquitectura.
Ese mismo año Marie-Suzanne Roslin, nacida en París y esposa de Roslin como pintora de retrato en colores pastel con su Retrato del escultor Jean-Baptiste Pigalle.
Por último, el 31 de mayo 1783 en la misma sesión, donde se fijó en cuatro el número de académicos, fue admitida Adelaide Labille Guiard, que presentó el retrato Augustin Pajou.
En esa misma sesión Elisabeth Vigée Le Brun que fue admitida sin mención de género, a pesar de que había presentado una cuadro histórico, La Paz trayendo a Abundancia.
La Revolución, y la creación del Instituto, pondrá fin a este régimen minoritario al excluir toda presencia femenina, a pesar de un feroz debate en torno a la diversidad, liderado, entre otros, por Maximilien Robespierre.
La creación de la Academia de Bellas Artes en 1816 no abrirá sus puertas a las mujeres y no será sino hasta 1903 que una mujer pudo competir en el Premio de Rome.
Crítica de Arte y Curaduría 